Parece mentira para todo lo que pudieron dar los días de enero que estuve en Santander, todos los días un paisaje distinto, la misma zona todos los días totalmente cambiada.
Es invierno y hace frío, pero el tiempo cambia mucho más, hay viento, las nubes se mueven sin parar, todos los días son distintos, las mareas mucho más fuertes. Seguimos en la Playa del Sardinero pero esta vez miramos más al suelo y a las aguas que deja la marea baja. Se queda una gran zona de la playa como si fuera un gran charco en el que se reflejaban todos los edificios de la costa; por ejemplo podemos ver en la primera foto el imponente Hotel Sardinero, y el cielo nublado que había aquella mañana.
Se dan unos grandes contrastes entre los claros y las sombras de las nubes, normalmente cuando andamos no vamos mirando el suelo sino al frente, a veces no sabemos lo que nos perdemos, todo parecía corriente hasta que miré al suelo y vi estos grandes reflejos que me estaba perdiendo.
Espero que os haya gustado 🙂
Preciosos los brillos que marca esos finos surcos delimitando del agua. Un abrazo.
Me alegro de que te guste Antonio. Muchas gracias por el comentario.
Un abrazo!